miércoles, 30 de abril de 2008

PICASSO

Voy a escribir sobre Picasso con un enfoque que no es habitual en mi, pero que quiero ofreceros para demostrarme a mi mismo y a vosotros, que el punto de vista que se adopte para acercarse a su obra siempre es válido, y esto no supone mas que la corroboración de que su obra es inmensamente creadora y humana. Voy a escribir sobre su obra relacionándola con las mujeres a las que amó.

Todo el mundo sabe que Picasso siempre estuve enamorado de, y conviviendo con, una mujer. Tuvo novias, esposas, amantes, compañeras, estuvo separado y fue viudo, pasó en su larga vida por casi todas las relaciones posibles que un hombre puede tener con una mujer. Yo no voy a juzgar aquí si sus relaciones fueron positivas o no para las destinatarias, sólo voy a intentar describir como se imbrican las diferentes etapas de su creación artística y las relaciones con sus mujeres, porque yo creo que lo importante en un artista es la obra que nos deja, no la vida que llevó, aunque sea interesante saber hasta qué punto ambas cosas van o no unidas.

Desconozco las primeras relaciones de Picasso con las mujeres, supongo que tendría algunas novias, tanto en Barcelona como en sus primeros años de París, donde se instaló en 1900, a los veinte años. Es cierto que conocía algún burdel en Barcelona, donde supongo que se desahogaba y daba salida a ese espíritu un tanto canalla y rebelde que le caracterizó.

La llegada de Picasso a París inaugura el siglo XX en el arte. Hasta que inicia su primera relación estable con una mujer, Fernande Olivier, en 1905, pasa por sus etapas azul y rosa, esos cuadros que se mueven entre el expresionismo y el simbolismo, cargados de personajes tristes y marginales, de arlequines y trabajadores del circo. Es la primera etapa que, por sí misma, le hubiera hecho pasar a la historia del arte si hubiéramos tenido la desgracia de que desapareciera antes de conocer a Fernande. Cualquiera de las etapas creativas de Picasso, que coinciden aproximadamente con el tiempo que estaba con una mujer, le hubieran hecho pasar a la historia. ¿Quiere esto decir que sus mujeres le influyeron tanto como para modificar su estilo artístico cada vez que se enamoraba de una nueva? No. Lo primero que preocupó y centró la vida de este hombre fue su obra, su trabajo, y la propia evolución de su arte siempre tuvo que ver con nuevos enfoques vitales y, por tanto, con un nuevo enamoramiento.

A la vez que conoce y empieza a vivir con Fernande en el “Bateau Lavoir”, un cochambroso estudio de Montmartre, comienza su interés por la escultura africana, que continúa a su vez su interés por la antigua escultura ibérica y mediterránea, de esta forma inicia una etapa en que se simplifican los personajes que aparecen en sus cuadros, muchas veces la propia Fernande, cuyos rasgos recuerdan los de las máscaras tribales. A partir de esos cuadros realiza, en 1906, recordando un prostíbulo de Barcelona, lo que hoy se conoce como “Las Señoritas de Aviñón”, un cuadro que fue escandaloso hasta para sus amigos más cercanos y vanguardistas, un óleo que, sin ser todavía cubista prepara el camino a esa invención propia y de Braque que revolucionaría el arte para siempre. Picasso va a vivir con Fernande hasta 1911, año en el que termina su primera etapa cubista (el cubismo analítico) y va a comenzar una etapa más colorista (el cubismo sintético) utilizando planos más grandes en sus cuadros. 1911 es el año en que conoce a Eva Gouel y abandona a Fernande, quien nos ha legado el libro más interesante de entre todos los que han escrito sus mujeres y descendientes, titulado “Picasso y sus amigos”. Es posible que Eva Gouel fuera el gran amor de su vida, la conoció a los treinta años y se vio obligado a separarse de ella puesto que murió en 1915, con ella además inaugura su etapa de éxito que ya no le abandonará nunca, con ella olvida definitivamente las penurias extremas de sus primeros años en París. 1913 es el año en que inventa el “collage”, otra de sus grandes aportaciones al arte posterior. Picasso, a pesar de haber sido el artista más revolucionario que nunca ha existido, jamás abandonó el contacto con la realidad en sus obras, nunca hizo una obra completamente abstracta, en todas sus obras hay elementos que imitan la realidad. Quiero recordar aquí que fue en 1910 cuando Kandinsky pintó la primera obra auténticamente abstracta de la historia del arte.

En 1917 conoce a Olga Koklova, una bailarina rusa del ballet de Diaghilev, se enamora, se casa con ella y tiene su primer hijo, Pablo, ese maravilloso niño que conocemos gracias a dos retratos disfrazado de Arlequín y que, salvo supongo que en su niñez, parece que fue extraordinariamente desgraciado hasta el día en que se suicidó. A la par que comienza esta relación abandona en sus obras el cubismo y retoma su faceta como extraordinario dibujante clásico, produciendo unas maravillosas obras que recrean el antiguo mundo mediterráneo. Los últimos años de su relación con Olga parece ser que son muy tensos, de hecho, aunque se separan en 1929, el artista comienza una relación con Marie Thèrése Walter en 1927, él tiene 47 años y ella 17, es una mujer rubia con una dulzura extraordinaria en el rostro según él la representa. Con ella tiene una hija a la que llaman Maya y que es una persona interesantísima, que siempre ha demostrado un gran cariño por su padre sin dejar de reconocer el relativo abandono en que tenía a todos los que no fueran él mismo, y que ha procurado no especular ni que se especulara con la obra de su padre. Esta etapa coincide con su acercamiento al surrealismo y una cierta síntesis que realiza de todos sus estilos. En 1935 conoce a la fotógrafa surrealista Dora Maar y abandona a Marie Thèrése, con la que mantendrá una cierta relación hasta la muerte del artista. Al lado de Dora Maar vive el dolor de la Guerra Civil Española y los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, en la que no participa alejándose de París. Es una etapa expresionista llena de obras que expresan la terribilidad, y en muchas de ellas se encuentra el rostro deformado de su amada. En 1943 conoce a Françoise Gilot, la mujer flor de varias de sus obras. Abandona a Dora Maar, que parece ser que nunca se recuperó de esa separación, y prueba, ya con más de 60 años, la dulzura de la vida retirada y hogareña. Con ella tiene sus dos últimos hijos, que también son motivo de obras muy tiernas. En esta etapa se acerca a la relativa suavidad de los colores y las formas de las obras de Matisse, aunque en todas las obras de Picasso, hasta en las que más expresan dulzura, hay algo que transmite un pensamiento rebelde y dispuesto a repensar cualquier idea preconcebida, algo que transmite la vida en todas sus facetas, las más duras, las más alegres, las más terribles, la tradición y la ruptura constantes. Durante la etapa que vive con Françoise Gilot tiene una amante, Genevieve Laporte, que quizá es la causa de que Françoise, dejando a parte el caso de Eva, fuera la única mujer que lo abandonara, en 1952. Al año siguiente del abandono de Eva conoce a Jacqueline Roque, otra hermosa mujer, como todas las que lo acompañaron en su vida, mucho más joven que él y que vivirá con el consagrado artista en el sur de Francia hasta su muerte en 1973. Esta es la etapa de la vejez de Picasso, en su vida y en su obra. Casi hasta su último día no deja de pintar y de ser ese rebelde que apura la vida con su trabajo y a costa de lo que fuera y de quien fuera, dejándonos una obra obsesiva, de colores fulgurantes, con insistencia en retratar al pintor, él, como un viejo, y la modelo, o sea, su arte, la mujer, la vida, el tiempo que se escapa.

Tanto Marie Thèrése Walter como Jacqueline Roque se suicidaron unos años después de la muerte del artista.

Nos quedan una multitud de obras: pinturas, esculturas, dibujos, grabados, collages, cerámicas, que son la prueba de una especie de magia de lo real que poseía este hombre. Todo lo que tocaba, veía, pensaba, vivía, lo convertía en una obra de arte, esa fue su lección de generosidad, nos legó su arte y nos propuso que todo podía ser arte si nuestra mente y nuestras manos estaban dispuestas a ello. Quizá su generosidad se la llevó el arte y no alcanzó para que la recibieran las personas que lo rodearon con pasión en su apasionada vida.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias de nuevo. Te admiro profundamente.

Anónimo dijo...

Esa pasión terrible, pero sin la que no vale la pena vivir, aunque a veces nos cueste la vida
Un abrazo

V(B)iajero Insatisfecho dijo...

Bueno, "elefante...", nos has dado toda una serie de detalles de ese Picasso "entre bambalinas". Los artistas, y es -creo- una generalidad, siempre han sido verdaderos apasionados (de hombre o mujer, según el caso).
Suelen tener dos vida, ambas imteresantes.
Gracias, "elefante...".

colombine dijo...

genial , una perperspectiva distinta y muy bien elaborada sobre el personaje ...sabes de todo ...es la verdad ...

besos

Galeria d'Art Anquin's dijo...

Estoy leyendo libro de Françoise Gilot, el cual me parece muy interesante y he entrado en tu blog por casualidad. Tu resumen es genial! Siento atracción por el personaje de Picasso, su vida y la pasión que siente por sus distintas mujeres. Que intensa puede ser la vida si estas permanentemente enamorado. Admiro su vitalidad, energia, arte.... Picasso fue un autentico artista y sus mujeres.. apasionantes!!

Josep Julián dijo...

Me quedo con el detalle que apuntas de que dos de sus exmujeres se suicidaron después de su muerte. La verdad es que vivir con un personaje de tanta fuerza vital debe ser un schock del que debe costar recuperarse porque al mismo tiempo que magnetiza también debe vampirizar lo suyo.
Un saludo.